Sólo quiero una tumba para estar contigo,
¡ya no comprendo el mundo ni la gente!,
la "gente" -dicho así serpientemente-,
porque ya es llanto el único testigo.
De tantos..., eres sólo tú mi amigo
del río azul y del sueño transparente;
la esperanza -sin ser indiferente-
de la limpia verdad, lo que bendigo.
Ya concluiré el amor de esta manera,
con el Sur al desnudo, ardor luchado,
con la pena de Dios y verdadera.
No eres más, Miguel, lo rebelado
que, perfumando por la sangre fiera,
va a corazón besando desolado.
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