Esta noche tengo el corazón
tirado.
Esta noche rezo
agriamente
como esos niños abismados de
abandono
y el tiempo no lo ha
reconocido aún.
Es lo que ocurre, es la
soledad, la del olvido
que ni siquiera el insomnio -ni el destemple invernal-
ya comprende.
Me duermo sin voz deseada y ya
sin sangre
abrazada al mundo, en el
reventar de llanto
y en toda pobreza.
Es mi noche, Sueño, y se me
hunde la llamada
que quiera hacer o el corazón quizás…,
se me hunden mis respiros,
mis palabras
ante faustos traficantes de
cielos y de esclavos.
Así es, es mi noche en la
ausencia pertinaz,
es mi noche
con su inganable reino,
es mi noche solamente noche.
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